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miércoles, 6 de noviembre de 2013

El banco bajo el Sauce.

El Sauce

Se levantó nada mas sonar el despertador,  aún no había amanecido, y  el cuarto estaba a oscuras.

Buscó, palpando en la mesilla de noche, los fósforos y encendió la candela.
En el baño, el picado espejo le reflejó un rostro taciturno y cansado, surcado de profundas arrugas  y ojos tristes.

Un fuerte ademán de cabeza para  alejar esos pensamientos y con decisión se dirigió al cuarto.

Se vistió la  camisa amarillenta y la gastada corbata de  dibujos de cachemir, ya pasada de moda.  Enfundó  el traje gris, brillante ya de lo gastado. Volvió a mirarse al espejo e hizo  un gesto  de satisfacción.

Recolocó la plantilla de cartón para tapar el agujero de la suela y se calzó los relucientes zapatos.

En eso si que no transigía, siempre lustrosos, cada noche dedicaba un buen rato a sacarles brillo frotándolos enérgicamente con un trozo de gamuza.

Hoy no se pone colonia, ya no queda; coge el maletín y sale.
En la  escalera, que ya  huele a humildes potajes,  se encuentra algún vecino que le saluda con respeto. Es el señor del cuarto.  Solo él tiene ese título. Le consideran y admiran. Bien vestido y educado, debe ser un hombre importante…

Camina a paso ligero, alejándose  hasta que encuentra un banco bajo un sauce, se sienta y saca del maletín un viejo libro.  Finge leer, mientras recuerda  con añoranza los  tiempos vividos y espera que pase el tiempo para regresar a casa.

Mañana sonará el despertador, y todo será igual…….


 ta con El Sauce:

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