Envuélvelo en un abrazo con tus ramas,
susúrrale con el viento en su oído,
muéstrale las estrellas en el cielo,
acúnale hasta que se haya
dormido.
Arrópalo con el manto de tus hojas,
ponle la luna como almohada,
cobíjalo con tu tronco vigoroso,
sé tú su guardián en la nada.
Invéntale sueños fantásticos,
aléjale pesadillas y temores,
qué se sienta volando entre las
nubes,
qué pinte su mundo de colores.
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