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miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Sauce de Lucía

Allí, en una  nube nació su Sauce, el Sauce de Lucía.

Nació de una bola de algodón que estaba suspendida en el Aire.

Lucía, no recuerda cuando fue por primera vez que lo vió , ni como lo encontró.  Tan solo sabe que existe ese lugar, que su nube esta allí, y que puede ir cuando lo necesita. En el Sauce, Lucia estableció su refugio. 


Cada vez más a menudo. Cuando sus sentidos se paralizan y su mente se muere,  en su espalda le brotan  dos grandes y blancas alas que le transportan a su nube. Y allí está a salvo, allí es inmortal.


Renacen sus sentidos,  escucha dulces melodías que salen de un arpa, y ve blancos paisajes de dulce de algodón. En sus manos siente el tacto suave y esponjoso de su nube, y en su piel la calidez de los rayos del sol. Y huele la limpia  fragancia de la madre Naturaleza, y resucita...

Desde esa alta fortaleza mira hacia abajo y contempla a los suyos,  se ve a si mismo, y comprende que tiene que volver,  que no puede abandonar, que le queda tarea por hacer.

Lucía, se siente renovada y con fuerzas para volver al mundo,  a su mundo. 
   
Con tristeza se despoja de sus alas y mira alrededor, para intentar recordar. Sabe que pronto volverá, que tendrá que hacerlo, y se va, sabiendo que su sauce en la nube siempre estará ahí. 

El Sauce de Plata.

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Twiiter.  El Sauce ,  Facebook : Alma de Sauce

jueves, 18 de julio de 2013

Recordando a Lucía

La imagen que de ella  tengo grabada  en la retina es la de su cara afable y sus pequeños ojos grises. Esos ojos que me transmitían una gran serenidad y un cariño inmenso.
Quizás por eso  los ojos grises siguen causando en mí un efecto confortador  e inspirándome confianza. 
Solo ella me llamaba por mi nombre.
Tienes ese nombre  porque eres  un ángel, me decía,   y tienes alas, y esas alas  te llevarán a donde  quieras ir.  Y mientras lo decía me abrazaba fuertemente. 
La recuerdo cosiendo en la galería de la casa, una enorme galería llena de plantas.  Sentada en  una silla baja con la caja de los hilos a su lado. 
Allí  nos enseñó a sus nietas a hacer ganchillo y punto de media y mientras cosía nos contaba historias de jóvenes enamorados.  
Yo me sentía su favorita, era a mí a quién pedía que le enhebrara las agujas.

Y solo a mí me enseñó  su saber  más  preciado,  solo tú puedes,  solo tú tienes el don,  me dijo. 

De ella aprendí todo lo que se, y heredé un anillo de oro con una esmeralda y su caja de los tesoros.

viernes, 5 de julio de 2013

Lucia.


Lucía,  es una abuela menudita, con poca salud y muchos años, aunque sus profundas arrugas y blancos cabellos hacen creer que es mucho mayor aún. Vestida con ropas oscuras, se la ve tan frágil, que parece que se pierde en su silla de ruedas.

Salimos al parque y ella me habla de sus cosas, confundiendo a veces realidad y fantasía, enredándose con sus recuerdos. Sonríe y le brillan los ojos cuando evoca su infancia. Y de repente, como si despertara de un sueño, se le borra la sonrisa y le caen algunas lágrimas.

Y debajo de este sauce, sentadas una tarde de verano, descubrí otra mujer. Una mujer fuerte, enérgica y batalladora. Los surcos de su frente hablan del viaje de su vida, cada arruga es una huella de su lucha.
Una mujer que libró muchas batallas y ganó la mayor parte de ellas.

Y que aún no se rinde. Y que cada día me pide que le pinte los labios y le ponga su collar de perlas.



Contacta con El Sauce en Twitter: @gar_ang
Visiona las originales de este video en Pinterest :El Sauce de Plata.