Voy caminando hacia él, y ya no son mis tacones los que me
empujan, soy solo yo, que quiero, que necesito recorrer ese sendero. Necesito llegar allí, y descansar bajo sus
ramas, es mi sitio, mi lugar, donde me siento
protegida e inatacable.
Le hablo, de mis alegrías
y mis desdichas, me oye y me responde agitando sus hojas plateadas. Y me
susurra al oído melodías que tranquilizan
mi espíritu. Seca mis lágrimas y me ofrece su hombro. Es un bálsamo para mi
alma.
Mi gigante y fuerte sauce, que me da la fuerza que necesito
para seguir el camino.
Y regreso por el mismo sendero, serena y dichosa. Me vuelvo contenta y sonriente para
decirle hasta pronto, y veo que está llorando, muy triste, mi sauce. Mi sauce llorón.
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