Fabada Asturiana. Receta clásica y con mucho cariño.

FABADA ASTURIANA CLASICA

Ingredientes para 4 personas:

½ kilo de fabes

2 chorizos

2 morcillas

1 trozo de lacón y otro de panceta.

Aceite  y azafrán.

Se remojan previamente les fabes y el lacón durante doce horas aproximádamente.

En una tartera, se ponen les fabes, el lacón, el tocino y los chorizos; se cubre de agua. Mejor utilizar agua mineral y se le echa un chorrín de aceite. 
La morcilla se añade  un poco mas tarde para que no se deshaga.

Se pone al fuego un poco fuerte, que hierva durante un cuarto de hora. Transcurrido este tiempo, bajamos el fuego, quitamos la espuma, se le añade la morcilla y unas hebras de azafrán diluido en un poco de su caldo.

Se dejan cocer  les fabes lentamente durante  dos horas y media, mas o menos.  Durante este tiempo echamos un poco de agua fría un  par de veces para “asustarlas” y romper el hervor. Se rectifican de sal si es necesario.

Se sirven en un plato hondo con el compango encima.

Tenemos un trasgu en casa.

Desde hace días algo anda por la casa, de  noche, que nos despierta . Hace ruido y nos cambia las cosas de sitio,  me levanto rápidamente, y nunca lo cojo. Por donde mas anda es por la cocina, hace ruido con los cacharros y... se come la comida . Creo que es un trasgu. Un trasgu travieso y fartón. Un trasgu llambión, que esta noche se comió mas de media tarta de chocolate.  Hoy lo voy a pillar, lo esperaré delante de la nevera con el rollo de amasar en la mano. Voy a cogerlo de sus picudas orejas y echarlo fuera.
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Lucia.

Lucía,  es una abuela menudita, con poca salud y muchos años, aunque sus profundas arrugas y blancos cabellos hacen creer que es mucho mayor aún. Vestida con ropas oscuras, se la ve tan frágil, que parece que se pierde en su silla de ruedas.

Salimos al parque y ella me habla de sus cosas, confundiendo a veces realidad y fantasía, enredándose con sus recuerdos. Sonríe y le brillan los ojos cuando evoca su infancia. Y de repente, como si despertara de un sueño, se le borra la sonrisa y le caen algunas lágrimas.

Y debajo de este sauce, sentadas una tarde de verano, descubrí otra mujer. Una mujer fuerte, enérgica y batalladora. Los surcos de su frente hablan del viaje de su vida, cada arruga es una huella de su lucha.

Una mujer que libró muchas batallas y ganó la mayor parte de ellas.

Y que aún no se rinde. Y que cada día me pide que le pinte los labios y le ponga su collar de perlas.

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